Unidad Dos
Deontología policial y gestión de la cultura ética
Deontología policial y gestión de la cultura ética
Temas y Subtemas
1. Ética profesional, deontología y derecho
1.1 Deontología Policial.
2. Modelos de Políticas anticorrupción un indicador de seguridad humana.
3. Ética y Transparencia en la gestión de las entidades públicas.
4. Plan anticorrupción y de Atención al ciudadano del Departamento Administrativo de la Función Pública
4.1. Res No. 01974 del 08 de mayo de 2017
4.2. Res No. 02782 el 15-09-09, fortaleció el Código de Ética Policial.
4.3 Ley 2196 de 2022 Estatuto disciplinario policial
4.4. Ley 1952 de 2019. Código General disciplinario único.
4.6. Veedurías ciudadanas.
5. Norma ISO37001 :2016 Sistema de Gestión Antisoborno.
5.1. El soborno, el fraude y la corrupción en las organizaciones públicas y privadas.
De la ética a la ética pública
La ética pública está inmersa en la actividad cotidiana de la vida política, en la operación de los gobiernos, así como en el día a día de las diversas operaciones que se realizan en el conjunto de instituciones que integran la administración pública. Sin embargo, es un área de conocimiento poco conocida, incluso entre los mismos servidores públicos. De ahí la necesidad de contar con un trabajo que introduzca en la comprensión de la ética pública no sin antes partir de algunos elementos básicos que acompañan a la ética: su definición, su objeto de estudio, la tipología de vicios y virtudes, sus diferencias o similitudes con la moral, los géneros de vida, los niveles de desarrollo moral, así como dilemas éticos de la vida cotidiana.
Una vez revisados dichos elementos se da paso a la demostración de la estrecha vinculación que mantiene la ética con la vida pública, es decir, con la política. Una vez revisados dichos elementos se podrá comprender con mayor claridad la importancia de contar con individuos que interioricen valores, que posean ética. En la antigüedad greco-latina se les denominaba ciudadanos virtuosos cuya participación se vinculaba estrechamente con la política.
Actualmente es necesario retomar la idea de formar ciudadanos virtuosos, ya que de la ciudadanía emergen los cuadros para ocupar los cargos públicos. En la medida en que contemos con individuos con un perfil idóneo acompañado de valores, será posible mejorar el rumbo de las sociedades corruptas.
Oscar Diego Bautista
En Occidente, fueron los antiguos griegos los primeros en hablar y escribir de ética. La primera obra escrita sobre el tema, Ética Nicomaquea o Ética a Nicomaco, tiene como autor a Aristóteles, en el siglo IV antes de Cristo. También existen otras dos obras sobre ética asignadas al autor, como son la Ética Eudemiana y la Magna moral. En la primera, Aristóteles afirma que todo aquel interesado por las cuestiones políticas debe conocer la naturaleza del hombre, sus diferentes caracteres y formas de conducta, conocimientos que corresponden precisamente al objeto de estudio de la ética, la que, de alguna manera como este autor señaló, “no es más que una parte del saber de la ciencia política” (Ética Nicomaquea, 1094b), por lo que se convierte en una herramienta poderosa de la que se vale todo Estado que se preocupa por la formación de sus gobernantes.
Una vez conocidas las formas de comportamiento, la ética las clasifica. Por un lado, en aquellos actos que son positivos o convenientes al ser humano en tanto que no perjudican ni a uno mismo ni a otro, por el contrario, benefician a los semejantes; son ejemplos: la justicia, la libertad, el honor o la prudencia, a los que se denomina virtudes. Por otro lado se encuentran aquellos que son negativos o inconvenientes porque perjudican tanto al que los realiza como al que los recibe, denominándose vicios. Entre ellos se encuentran la injusticia, el despotismo, la traición o la imprudencia.
Virtudes
Para Aristóteles, “la virtud de un hombre es un bien digno de honra porque, gracias a ella, viene el hombre a ser honesto o bueno” (Aristóteles, Gran ética, 36). Es la virtud la potencia específica que el hombre tiene de afirmar su propia excelencia, es decir, su humanidad. Para el filósofo francés André Compte-Sponville, la virtud:
Es una forma de ser pero adquirida y duradera: es lo que nosotros somos porque hemos llegado a serlo. Es nuestra forma de ser y de actuar humanamente, es decir, nuestra capacidad de actuar bien. No hay nada tan bello y tan legítimo como que el hombre actúe correctamente (Compte-Sponville, 2005,14). La virtud es una fuerza que actúa o que puede actuar. Así, la virtud de un hombre es querer y actuar humanamente. Virtud, en el sentido general, es potencia y en el sentido particular, humana potencia o potencia de humanidad.
La virtud es una disposición adquirida para hacer el bien y éste sólo existe en las acciones buenas y en las buenas intenciones designadas por la tradición con el nombre de excelencias. Y la excelencia propia del hombre es la vida racional, de manera que los actos de los individuos virtuosos se hayan regidos por la recta razón.
En definitiva, las virtudes, para serlo, han de estar encarnadas en la medida de lo posible, vividas en acto. Una identificación de las principales virtudes señaladas por Aristóteles en su obra sobre ética son las siguientes: amabilidad, cordialidad, amistad, autoridad, capacidad, compromiso, fortaleza, generosidad, honor, humildad, jovialidad o buen humor, justicia, lealtad, libertad, magnanimidad, magnificencia, moderación, paciencia, prudencia, respeto, sabiduría, sinceridad, sobriedad, templanza, valor, veracidad o franqueza (Ética Nicomaquea, Libros II, III, IV y V).
En suma, para Aristóteles, “La mejor forma de vida, sea para el individuo, sea para los Estados, es decir, particular o colectivamente, es la vida unida a la virtud” (Ética Nicomaquea, 1324a).
Vicios
Lo contrario a la virtud es el vicio, la disposición a hacer el mal. Respecto a los dos tipos de actitudes (vicios y virtudes), ya desde la Grecia Clásica se señaló que las virtudes son mejores aunque son más difíciles de alcanzar, por eso la mayoría de las personas se inclina por los vicios. Aristóteles escribió que “Por naturaleza somos más inclinados a la intemperancia y deshonestidad que no a la modestia” (Aristóteles, Gran Ética, 56).
La ética muestra que cuando un individuo actúa bajo la influencia de algún vicio se encuentra en estado “pasivo”. Permanecer en este estado implica conducirse sin entendimiento ni razón, movido por el influjo de la pasión. El concepto “pasión”, que es lo contrario a la acción, aplicado al ser humano significa: “Un estado inactivo del sujeto” (rae, 2012). Esta situación de inactividad, de pasividad, la desarrolla Platón en la Alegoría de la Caverna mostrando, por un lado, a aquellos que viven en la oscuridad, en la caverna sumergidos en la ignorancia, en la ceguera, y por otro, a aquellos que salen de la caverna y logran ver la luz. En este mismo sentido, Aristóteles habla de los que viven “dormidos” y los que están “despiertos.”
Una segunda definición que la Real Academia Española ofrece del término pasión es la de: “perturbación desordenada de ánimo” (rae, 2012). Cuando no hay razón hay pasión, entendida como un estado que mueve al hombre sin deliberación. Una pasión arrastra, desquicia, esclaviza. Las pasiones mueven al ser humano sin tomar en cuenta su voluntad. Todo lo que no se hace de manera libre y deliberada se hace con pasión. Algunos de los vicios más comunes en la conducta del ser humano son: la ambición, la ira, la adulación, la indiferencia, la cobardía, la envidia, la malevolencia, la vulgaridad o mal gusto, el desenfreno, la insensibilidad, la mentira, la jactancia, la desvergüenza, la pereza, el robo o la injusticia.
Justo medio
Es de señalar que los vicios tienen dos polos o extremos en tanto que las virtudes constituyen el equilibrio moderado entre dichos extremos, también conocido como justo medio.
La virtud es una disposición a actuar de manera deliberada, consistente en una mediedad relativa a nosotros, determinada por la razón y del modo en que la determinaría el hombre prudente. Es una mediedad entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto (Aristóteles, Ética Nicomaquea, Libro II, 1107a ). Para una mayor comprensión de lo que es el Justo medio a continuación se exponen algunos ejemplos:
Respecto al uso que el ser humano hace del dinero, en un extremo se encuentra el avaro, quien anhela acumular y acumular; y en el otro se halla el pródigo, que derrocha sus recursos. El equilibrio entre ambos, el “justo medio”, es en este caso aquel que hace uso del dinero con quién debe, cuánto debe, como debe y dónde debe, y a ese individuo antaño se le llamó liberal.
En relación al carácter, aquel a quien todo molesta y se encuentra constantemente de mal humor es el irascible; su opuesto es aquel que nunca se molesta y se le denomina anirascible; el justo medio entre ambos es el apacible.
En el campo de los placeres, en un extremo está el desenfrenado o intemperante; su opuesto es el insensible o frío, es decir, el que no siente placer alguno; el justo medio se encuentra en el sobrio, moderado o templado.
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En 1994, en el Reino Unido, el primer ministro Major creó el Comité para la creación de estándares de la vida pública Comité Nolan debido al nombre de su presidente: Lord Nolan. Este comité se creó con carácter permanente con la finalidad examinar el estado de la cuestión sobre las pautas de conducta ética de todas aquellas personas nombradas para un cargo público (ministros, funcionarios, asesores parlamentarios nacionales y del parlamento europeo, cargos electos y altos funcionarios locales) y hacer todas las recomendaciones que se requieran para asegurar los más altos patrones de conducta pública.
El Informe NOLAN (Normas de conducta de la vida pública)
En esencia, el Informe Nolan es un conjunto de siete principios que establecen las normas de conducta ética que deben seguir los servidores públicos en el ejercicio de sus funciones.
Estos principios buscan garantizar que los funcionarios actúen con imparcialidad, honestidad, transparencia y responsabilidad, anteponiendo siempre el interés general al suyo propio o al de sus allegados.
El informe también destaca la importancia de crear un marco claro y sólido para las normas de conducta, brindar apoyo a los servidores públicos para que puedan cumplir con ellas, fomentar una cultura de ética e integridad en el sector público, e investigar y sancionar adecuadamente las infracciones a las normas.
Las ideas del Informe Nolan han tenido una gran influencia en el desarrollo de normas de conducta para la vida pública en todo el mundo, y se consideran un referente importante para garantizar la buena gestión, la transparencia y la rendición de cuentas en el sector público.
En resumen, el Informe Nolan es un documento fundamental para promover la ética y la integridad en la vida pública.
Las principales ideas del Informe Nolan sobre Normas de Conducta en la Vida Pública se resumen en siete principios fundamentales:
1. Desinterés: Los servidores públicos deben actuar anteponiendo el interés general al suyo propio o el de sus allegados.
2. Integridad: Deben actuar con honestidad, rectitud e imparcialidad, evitando cualquier conflicto entre sus intereses privados y sus funciones públicas.
3. Objetividad: Las decisiones deben basarse en pruebas y argumentos racionales, sin favoritismos ni prejuicios.
4. Responsabilidad: Deben rendir cuentas de sus actos y asumir las consecuencias de sus decisiones.
5. Transparencia: La información sobre sus actividades y decisiones debe ser accesible y comprensible para el público.
6. Honestidad: Deben ser veraces en sus comunicaciones y actuaciones.
7. Liderazgo: Deben dar ejemplo de comportamiento ético e inspirar a los demás a actuar de la misma manera.
El Informe Nolan también enfatiza la importancia de:
Establecer un marco claro y sólido para las normas de conducta.
Proporcionar a los servidores públicos la orientación y el apoyo necesarios para cumplir con las normas.
Crear una cultura de ética e integridad en el sector público.
Investigar y sancionar adecuadamente las infracciones a las normas.
Las ideas del Informe Nolan han tenido una gran influencia en el desarrollo de normas de conducta para la vida pública en todo el mundo. Se consideran un referente importante para garantizar la transparencia, la rendición de cuentas y la buena gestión en el sector público.